No soy una persona normal, nadie lo es, y quien diga lo contrario miente. Todos somos especiales, únicos. Cada ser humano que habita en este mundo tiene sus propias peculiaridades. También sus propios defectos. Los míos son inconmensurables. Y me regocijo en ellos. Tal vez mi singularidad radica en que acepto, y deseo, ser diferente. Sí. Soy un bicho raro. Lo he sido desde que abrí los ojos por primera vez, aunque he pasado gran parte de mi existencia intentando ocultarlo.
Abandoné el vientre de mi madre hace más de tres décadas, pero mi nacimiento a la realidad se produjo hace poco tiempo, cuando por fin acepté cuáles eran mis deseos y quién era yo. En ese momento renuncié a todo lo que había sido y me convertí en quien soy ahora. He perdido mucho en el camino: mi familia, mis amigos, mi pasado. Pero también he ganado. He ganado un futuro. Una vida. Extraña, diferente, deseada. Una vida monstruosa para algunos, enferma para otros; para mí, la vida que siempre he deseado. Aún no es perfecta, pero sigo caminando.
Comentarios
Publicar un comentario